A nosotros no nos quieren ni pa' bolear mierda

OPINIÓN

Foto: Alex Gutiérrez 

Esta mañana salí a recolectar algunos datos para mi próximo proyecto literario. Transité por la carrera 1B, del barrio 6 de Enero, hasta llegar a las inmediaciones de Barrito Fresco y me encontré con Andrés Avelino Guzmán Pérez, campesino, natural del departamento del Tolima.

Guzmán Pérez vive actualmente en la vereda Santo Tomás, vía Sabana Rubio, jurisdicción de La Paz. Vino al municipio en marzo pasado a visitar a su amigo Reinel Quintero y, posteriormente, por infortunio, asistir a su funeral.

Desde entonces, no ha podido retornar a sus labores en el campo, por cumplir con las medidas de aislamiento preventivo. Se encuentra alojado en la casa que fue la morada de su amigo. Andrés se dedica a la siembra de café, plátano y yuca. Oferta sus productos a la población de Codazzi y a fleteros que los transportan al interior del país.

Con las ganancias apenas sobrevive. Tiene un concepto de riqueza muy humilde y muy modesto; nada comparado a la concepción de esa clase avarienta del país para la cual el progreso se traduce en acumulación desmedida de capital financiero en detrimento, muchas veces, de derechos humanos fundamentales.

Sostuvimos una conversación lacónica en la que me expresó una frase que contiene el estigma al cual han sido sometidos nuestros viejos y campesinos en el país: "es que a nosotros no nos quieren ni pa' bolear mierda". Le respondí que no tenía motivos para pensar eso de sí mismo, aún cuando el orden político, social y aún, familiar, brinden razones para creerlo.

Camino hacia la casa, reflexioné sobre la necesidad de conferir valor a nuestros seniles y sobre la deuda histórica de nuestros gobernantes con este sector tan denigrado y sometido casi al ostracismo.

Propongo desobediencia civil y no aislarnos de nuestros ancianos. No merecen llegar al colmo de sus desdichas, creyendo que son la morada predilecta del coronavirus. A menos que seamos cretinos, a estas alturas, harto se sabe, que la epidemia obedece, única y exclusivamente, a las pretensiones de la maquinaria económica criminal del mundo.



Por: Alex Gutiérrez Navarro.

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