¿INDEPENDENCIA?
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Imagen: Libro/ Historia de Colombia y sus oligarquías/ Antonio Caballero |
Este
año Colombia celebra de forma atípica su día de independencia, debido a la
pandemia del covid 19. No se verán los pomposos desfiles militares en las
principales ciudades; tampoco obras de teatro, exposiciones o cualquier otro
evento que implique aglomeración. A lo mejor, la gente tendrá que conformarse
con enarbolar el tricolor en los balcones de sus casas, colocar insignias de
orgullo patrio en redes sociales y ver la programación de los canales públicos.
En el país ya hay más de 180.000 casos confirmados y más de 6.000 muertes
producidas por la inoculación del virus. El aumento de contagios no debe dejar
de analizarse a partir de eventualidades como la del primer día sin IVA que,
según el gobierno, fue todo un éxito en materia económica, aunque en la mayoría
de los centros del comercio se pasaron por alto los protocolos de bioseguridad;
como si regodearse en las cifras económicas fuese un paliativo frente a las
cifras de contagios.
La
teología cristiana occidental hace uso de una expresión que rotula y clasifica
el mal, en tanto principio o agente activo que obra dentro y/o fuera del
corazón humano: “el misterio de la iniquidad”. El filósofo alemán Arthur
Schopenhauer, famoso por su acérrimo y recalcitrante pesimismo, sostuvo la
consigna de que el mal tiene un punto de partida incontestable: nosotros
mismos. También Schelling llegó a afirmar que “en el hombre está el abismo más
profundo y, a la vez, el cielo más alto”. ¿Qué es lo que determina que la
fuerza de la historia traiga consigo guerras, crímenes y violencias de toda
índole? ¿Es esto en verdad algo
inherente a la condición del hombre? ¿Qué tiene que ver con Colombia lo que
dijeron estos pensadores? Como se dice en mi pueblo: ‘vení pa contáte’.
La
Real Academia de la Lengua Española define el término
<<independencia>> como “libertad, especialmente la de un Estado que
no es tributario ni depende de otro”. ¿Es Colombia libre en lo
que respecta a la dinámica operativa de su estructura social y política? ¿Qué
tipo de independencia se celebra si Camilo Torres, el más famoso jurista
de la Nueva Granada, hablaba en nombre de los de su clase y lo que reclamaba,
según Antonio Caballero, era el “manejo local de la Colonia y no su
independencia de España?”. En ocasión del muy nombrado episodio del florero de
Llorente, “la independencia que a continuación se reclamó fue el resultado
inesperado de un incidente que a la clase representada por Torres se le salió
de las manos por la imprevista irrupción del pueblo”.
El
período transcurrido entre el 20 de julio de 1810 y el 7 de agosto de 1819 se
conoce en Colombia como ‘Patria Boba’. ¿Por qué? La respuesta nos la
proporciona el soldado José María Espinosa, abanderado del ejército de Nariño:
“no hay duda de que la República estaba entonces en el noviciado del arte en
que hoy es profesora consumada. Tal vez por eso la llamaban Patria Boba”. Ese
arte es nada menos que el de propiciar el clima de la terror y las luchas
fratricidas. Pero Colombia no solo fue ‘Patria Boba’ durante una década; lo es
todavía hoy, a estas alturas de la vida en que a nuestro presidente fantoche le
interesa, sobre todo, firmar contratos para mejorar su imagen en televisión y
hacer, más o menos, lo que se le viene en gana con el famoso ‘estado de
excepción’ que es, por lo demás, sombra del artículo 121 de la caduca Constitución
de 1886, promulgada por Rafael Núñez y redactada por Miguel Antonio Caro.
Cito
nuevamente a Antonio Caballero: “la Patria Boba fue un vasto incesto colectivo
que iba a ser también una orgía de sangre fratricida, en un enredo de todos
contra todos difícilmente resumible. La guerra social que se veía venir tomó
formas territoriales a la sombra del caos de España: el virreinato neogranadino
se disolvió en veinte regiones y ciudades, controladas cada uno por su
respectivo patriciado local en pugna casi siempre con un partido popular más
radical en su proyecto independentista”.
Basta
soslayar los hechos acaecidos en los dos siglos posteriores al grito de
independencia, bajo la fonda del misterio de la iniquidad, para poner en
entredicho esa gloria inmarcesible y el júbilo perenne de nuestro himno
nacional y entender que la emancipación de nuestra República es una deuda pendiente
de nuestros gobernantes y de quienes los elegimos, por supuesto.
Durante
el gobierno de José Ignacio de Márquez, sucesor del General Santander, estalló
la Guerra de los Supremos: los caudillos de cada provincia se consideraban
jefes soberanos en su jurisdicción. En 1851, durante el gobierno liberal de
José Hilario López, se consumó por fin la abolición de la esclavitud y entonces
se sublevaron los terratenientes esclavistas. Las extralimitaciones electorales
del gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez dieron lugar a la Guerra
Magna, que se extendió del 59 al 62. En el 76 se origina la Guerra de Las
Escuelas: los conservadores se alzaron en oposición a la educación obligatoria,
gratuita y laica. A finales del siglo XIX y principios del XX, se desarrollaron
otras dos guerras civiles: una en 1885 y otra que inició en 1899, conocida como
la de los Mil Días […].
El
siglo XX inició en guerra. Vendría luego la separación del canal de Panamá en
1903; el movimiento de reivindicación de los derechos indígenas liderado por
Quintín Lame en 1914; la masacre de las bananeras en 1928; el asesinato de
Jorge Eliécer Gaitán en 1948; la conformación del Frente Nacional en 1958; la
fundación de la guerrilla de las FARC en 1964 y el ELN en 1965; la fundación
del M-19 en 1973; El asesinato del Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla
en 1984, por sicarios del Cartel de Medellín; la toma del Palacio de Justicia
en 1985 por parte del M-19; el asesinato del director del diario El Espectador,
Guillermo Cano, en 1986; el asesinato del presidente la Unión Patriótica, Jaime
Pardo Leal, en 1987; el inicio de la guerra de los carteles en 1988 y las
primeras masacres perpetradas por grupos paramilitares; el asesinato de Luis
Carlos Galán en 1989; el asesinato del senador y candidato a la presidencia,
Bernardo Jaramillo en 1990, así como de Carlos Pizarro; la elección del
presidente Ernesto Samper Pizano en 1994 y comienzo del proceso 8.000; la
creación de las AUC en 1997; el asesinato del periodista Jaime Garzón en 1999 […].
El
siglo XXI comienza con la declaración de EE.UU y la Unión Europea de las
guerrillas colombianas y los paramilitares como grupos terroristas; vendría el
Acuerdo de Santa Fe de Ralito en 2003; el escándalo de la parapolítica en 2006;
en 2012, los diálogos de paz con las FARC en La Habana; en 2013, el Paro
Nacional Agrario por los Tratados de Libre Comercio que colocan en desventaja a
la producción nacional; en 2016 se descubre en la Policía Nacional una red de
prostitución; se finalizan los diálogos de paz con las FARC y se formula el
acuerdo final; en 2018 comienza a operar la Jurisdicción Especial para la Paz
JEP; en 2019, Iván Márquez, Jesús
Santrich y Hernán Darío Velázquez (desmovilizados de las FARC) reanudan la
lucha armada; en noviembre de 2019 inicia el Paro Nacional convocado por
centrales obreras, estudiantes, educadores, líderes sociales, indígenas y un
reducto de la población civil; en diciembre de 2019 se desvela en el cementerio
de Dabeiba, Antioquia, una fosa común con víctimas de falsos positivos,
desaparecidas durante la presidencia de Álvaro Uribe (2002-2010) […].
Ahora,
nos hallamos en la segunda década del siglo XXI, en medio de una pandemia que
ha puesto en alto relieve los problemas estructurales del país:
DERECHOS
HUMANOS
Según
Indepaz, desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016 hasta julio 15 de 2020, han
sido asesinados 971 líderes y defensores de derechos humanos (un total de 82
asesinatos durante el confinamiento).
SISTEMA
ELECTORAL
El
pasado 14 de julio, el portal informativo La Nueva Prensa reveló que “desde
diciembre de 2017 hasta junio de 2018, el hoy difunto narcotraficante José
Guillermo Hernández Aponte, alias “Ñeñe”, estuvo dedicado de lleno a la
adquisición ilícita de votos, al menos en cuatro departamentos, para su amigo
Iván Duque, actual presidente de Colombia”.
CORRUPCIÓN
El
pasado 8 de abril de 2020, la Procuraduría General de la Nación, “abrió 10
procesos en 8 departamentos por sobrecostos o irregularidades en contratación
para atender emergencia sanitaria por covid-19”.
SALUD
En
abril, distintos actores del sector salud convocaron a un plantón nacional y
rechazaron el artículo 9 del decreto 538 del 2020, fundamentados en “las
carencias de elementos de protección y la falta de estabilidad laboral o de
contratos dignos en medio de un ejercicio que los expone directamente al virus”.
Y
las realidades pavorosas de otros sectores: educación, trabajo, cultura, tierra,
economía, etc., siguen latentes y conminan a toda Colombia a seguir la consigna
del portavoz:
Por: Alex Gutiérrez.
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